Concordia: la base de investigación Antártida

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28 marzo 2013

Un grupo de científicos va a pasar seis meses en uno de los lugares más remotos de la Tierra para estudiar los efectos del aislamiento en condiciones que sirven de preparación para misiones espaciales de larga duración. Los nuevos ocupantes de la base de investigación Concordia, situada en la Antártida, ya están instalados y listos para afrontar el largo y frío invierno que tienen por delante. Construida en una de las regiones más apartadas del planeta, Concordia está situada a 3200 metros sobre el nivel del mar y puede llegar a soportar temperaturas de 80 °C bajo cero en los meses invernales.

Debido a su elevada altitud, el aire que rodea la base tiene muy poca densidad y contiene menos oxígeno del habitual. Cualquiera que se atreva a salir fuera del recinto deberá llevar capas de ropa y permanecer poco tiempo en el exterior. El Sol no se eleva sobre el horizonte en invierno, así que los investigadores de la base deben vivir sin luz solar durante cuatro meses. Concordia está tan alejada de cualquier otro punto habitado del planeta, que el viaje hasta allí dura más que el viaje a la Estación Espacial Internacional.

Al estar tan apartado de la civilización, el blanco paisaje de la Antártida permite a los científicos recopilar datos y realizar experimentos como en ningún otro lugar de la Tierra. En muchos aspectos, Concordia ofrece un entorno similar al de un vuelo espacial. Allí se prueban incluso materiales que podrían utilizarse en las naves que viajan al espacio.

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En Concordia viven grupos de hasta 16 personas a lo largo de un año aproximadamente. Cuando llegan a la base, necesitan un "periodo de adaptación" para acostumbrarse a las nuevas condiciones, exactamente igual que los astronautas en el espacio. La gran altitud, el frío extremo, la sequedad del aire y las nuevas sensaciones pueden resultar extrañas para el cerebro humano hasta que se adapta al nuevo entorno. Los investigadores de este año acaban de llegar a la base y se preparan para pasar un largo invierno. El último avión abandonó el lugar el mes pasado, un hecho que marcaba el principio de la estación y el aislamiento.

El grupo está compuesto de astrónomos, glaciólogos, sismólogos y meteorólogos apoyados por un fontanero, un electricista, un mecánico y un cocinero. Para afrontar estas duras condiciones, solo cuentan con sus propios recursos. Si surge algún problema, no pueden recibir ayuda del exterior. ¡Les deseamos buena suerte!