La humanidad camina sobre una delgada capa de hielo

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05 febrero 2015

Cuando piensas en satélites, es posible que pienses en telescopios espaciales como el Hubble. Pero, en realidad, muchos de estos aparatos dirigen su mirada a la Tierra para ayudarnos a entender mejor el mundo en el que habitamos e incluso a mejorar nuestra vida cotidiana.

Hay satélites meteorológicos que nos ayudan a prepararnos para las tormentas que se avecinan o simplemente a recordar que debemos ponernos crema de protección solar en los días de calor. Los satélites de comunicaciones nos mantienen conectados con la gente de todo el mundo a través de los teléfonos e Internet. Y luego están satélites de la ESA como el Sentinel-1A y el CryoSat, que llevan tiempo vigilando las placas de hielo del Ártico.

Juntos han descubierto que una de estas placas, la llamada ‘Austfonna’, ha adelgazado a un ritmo de 50 metros por año en los últimos 2 años (¡dos veces la altura del Palacio de Buckingham!).

Las placas de hielo son unas enormes masas de agua helada que cubren la superficie de los polos Norte y Sur. No se derriten y congelan cada año, pero sí pueden aumentar o reducir su tamaño debido a los cambios del clima. Por ejemplo, en las eras glaciares, la extensión de las placas creció enormemente, pero en estos momentos se está reduciendo, seguramente a causa del calentamiento global provocado por el hombre.

Eso significa que el hielo se ha convertido en agua y se ha vertido en los océanos, lo que está provocando la subida del nivel del mar. La subida hace que haya más inundaciones y menos espacio para vivir o cultivar alimentos en la tierra. Esta es la razón por la que son tan importantes los datos de los satélites de observación terrestre: nos ayudan a descubrir por qué se están derritiendo las placas de hielo y cómo nos afectará en el futuro.

El cambio climático