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El telescopio óptico de 1 metro 'OGS', de la ESA
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La ESA rastrea basura espacial desde el Observatorio del Teide

24/09/2004 4502 views 6 likes
ESA / Space in Member States / Spain

La basura espacial es un problema cada vez más serio: una cantidad desconocida pero sin duda creciente de chatarra envuelve el planeta, amenazando a los satélites operativos e incluso a los astronautas. La Agencia Espacial Europea (ESA) cuenta con un completo programa de investigación en basura espacial. En él se incluye el proyecto más sensible de detección de estos desechos en la órbita más 'poblada', la geoestacionaria, con un telescopio instalado en Tenerife, en el Observatorio del Teide.

En este momento hay entre 600 y 700 satélites en funcionamiento, y sin embargo las agencias espaciales vigilan la trayectoria de unos 9000 objetos fabricados por el hombre. La conclusión es clara: el 93% de los objetos que se siguen desde tierra son basura espacial, restos inútiles de los 5500 satélites que han sido puestos en órbita desde el lanzamiento del Sputnik en 1957. Es material variado: satélites ya 'muertos', herramientas soltadas por astronautas, residuos de explosiones o choques entre cuerpos mayores. Sus tamaños van de menos de un centímetro a varios metros, y cada vez hay más. Como explica Walter Flury, responsable de las actividades de la basura espacial de ESA en el Centro Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC) en Darmstadt (Alemania), la basura espacial "aumenta constantemente, a pesar de que el número anual de lanzamientos se ha reducido".

El peligro es bien real. Los transbordadores estadounidenses, tripulados, han realizado a lo largo de su historia al menos seis maniobras para evadir choques con basura espacial que podrían haber sido fatales. Lo mismo hacen con relativa frecuencia numerosos satélites. Y no sólo ante un trozo grande; una partícula de un centímetro a 28800 kilómetros por hora es un proyectil capaz de dejar fuera de juego un satélite de 100 millones de euros.

OGS fue instalado en el Observatorio del Teide como estación terrena del satélite de telecomunicaciones Artemis
OGS fue instalado en el Observatorio del Teide como estación terrena del satélite de telecomunicaciones Artemis

En la órbita geoestacionaria (GEO) el problema se agudiza. No sólo porque es la órbita más usada; también porque está lejos -unos 36.000 kilómetros de altura-, y por tanto es muy difícil seguir los restos pequeños que la 'contaminan'. Los programas rusos y estadounidenses de vigilancia sistemática no pueden detectar objetos de menos de un metro en la órbita geoestacionaria.

ESA empezó en 2001 un programa de detección de basura espacial en GEO con la colaboración del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y el Instituto Astronómico de la Universidad de Berna, en Suiza. El programa consiste en observar varias regiones de la órbita geoestacionaria con el telescopio óptico de 1 metro 'OGS', de la ESA, y tratar de distinguir entre los objetos celestes 'naturales' aquéllos que no lo son. OGS fue instalado en el Observatorio del Teide como estación terrena del satélite de telecomunicaciones Artemis.

La primera parte de la campaña ha acabado hace unos meses, "con resultados muy buenos", explica Miquel Serra Ricart, responsable del proyecto por parte del IAC. La mayoría de los objetos detectados tienen entre 20 y 25 centímetros, "pero hemos bajado hasta los 5 centímetros", dice Serra. En total han detectado cerca de 2500 objetos, "y aún queda mucho por hacer: se estima que hay más de 100.000 fragmentos mayores de un centímetro".

Eclipse lunar en el Observatorio del Teide, Tenerife - Artemis
Eclipse lunar en el Observatorio del Teide, Tenerife - Artemis

Un resultado especialmente interesante, destaca Flury, es el hallazgo de "más de 50 objetos no muy brillantes, de unos 30 centímetros, que se mueven en órbitas excéntricas cerca del anillo geoestacionario. No conocemos el origen de estos objetos". Sus características orbitales indican que podrían ser pedazos del aislamiento térmico de los satélites. "Pese a que estas láminas son muy ligeras creemos que podrían suponer un riesgo para los satélites operativos puesto que su velocidad relativa es de un kilómetro por segundo respecto a los satélites en uso", señala este experto.

El reto siguiente del programa es abordar otra órbita bastante usada, la de transferencia, más baja que la geoestacionaria. Pero será más complicado. Los objetos en órbita geoestacionaria ocupan respecto a un observador terrestre una posición fija en el cielo, y eso facilita mucho su detección: basta dejar abierto el telescopio un rato; las estrellas aparecerán como rayas, puesto que se han movido durante el tiempo de exposición, mientras que los pedazos de basura serán puntos. En la órbita de transferencia, en cambio, se mueve todo, así que los astrónomos buscan ahora otro método para distinguir entre las estrellas y la chatarra.

Lo que está claro es que con el programa que se lleva a cabo desde el Observatorio del Teide "la capacidad de Europa de detectar basura espacial ha aumentado considerablemente", afirma Flury.

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