La cámara de meteoros de la ESA captura las perseidas
La cámara LIC1 del Observatorio de Base Larga de las Islas Canarias (CILBO) de Tenerife capturó el punto álgido de la lluvia de meteoros conocida como perseidas a mediados de agosto de 2020, con docenas de luces fugaces en una sola noche. Las perseidas, o lágrimas de san Lorenzo, constituyen una de las lluvias de meteoros más espectaculares del año. Están formadas por restos del cometa Swift-Tuttle y llevan observándose desde hace miles de años.
Esta videocámara de imagen intensificada (visión nocturna), operada por el Grupo de Investigación de Meteoros de la ESA, posee un campo de visión de 22 x 28 grados. En la noche del 11 de agosto, capturó un total de 61 meteoros, 45 de ellos clasificados como perseidas. En la del 10 de agosto, el recuento de meteoros ascendió a 37, de los cuales aproximadamente la mitad eran perseidas.
Estas grabaciones de meteoros permiten a los investigadores determinar la trayectoria precisa de cada objeto, identificar su órbita alrededor del Sol y, por ende, el cuerpo del que proceden.
Los meteoroides son fragmentos de roca desprendidos de cometas y asteroides. Al llegar a la atmósfera de nuestro planeta, crean el fenómeno visual conocido como “meteoro”. La altitud habitual de los meteoros es de entre 80 y 120 km por encima de la superficie terrestre.
La lluvia anual de perseidas tiene lugar en los meses de julio y agosto, y alcanza su momento álgido hacia mediados de agosto. Las perseidas constituyen una de las lluvias de meteoros más llamativas y probablemente sea la más popular entre los observadores aficionados en el hemisferio norte, puesto que pueden verse fácilmente gracias a las condiciones meteorológicas normalmente favorables. De hecho, su observación se remota, como mínimo, al año 69 a. e. c.
Las perseidas deben su nombre a la constelación de Perseus (Perseo), ya que parecen venir desde allí.
A pesar de ser su fama, las perseidas no son la lluvia de meteoros más interesante para los científicos. Por ejemplo, las leónidas, que tienen lugar a mediados de noviembre, pueden provocar cada 33 años aproximadamente lluvias de unos 1.000 meteoros por hora.
El Grupo de Investigación de Meteoros opera otra cámara en La Palma, que vigila el mismo volumen de la atmósfera. Ambas emplean el software de detección de meteoros MetRec para registrar los datos.