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Funafuti Atoll, Tuvalu - continuado
 
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Hilia Vavae
Hilia Vavae
El naufragio de la isla-estado
 
La pequeña isla-estado situada en mitad del Pacífico podría desaparecer en los próximos decenios. La elevación del nivel del mar y las tormentas intensas amenazan la existencia de las casi 11.000 personas que comparten su destino con millones de habitantes de las tierras bajas de todo el mundo.

Texto de Lars From y Klaus Dohm
Fotografía de Niels Hougaard
Copyright 2004, Morgenavisen Jyllands-Posten

Funafuti, Tuvalu, Océano Pacífico, 4 de abril de 2004

Cuando sube la marea, se transforma la vida en Funafuti, pequeña isla del océano Pacífico alejada del mundo. Los habitantes aparcan sus motocicletas y automóviles de modo que el agua no los perjudique. De hecho, cuando hay marea alta, el agua salada cubre las calles. Muchas personas deben recurrir a canoas para llegar a sus viviendas apiladas. Por otra parte, se han abandonado diversos tipos de cultivos, como el de la raíz de pulaka, porque la planta no tolera el agua salada.

“Antes pensaba que pasarían 100 años hasta que desapareciera nuestro país. Sin embargo, ahora creo que sucederá mucho antes”, comenta la meteoróloga Hilia Vavae, responsable de la única estación meteorológica de Tuvalu.

Allí, a miles de kilómetros del continente más cercano, casi puede sentirse que el mar se está llevando lo que la naturaleza tardó miles o millones de años en crear. El punto más elevado de la isla sólo tiene tres metros sobre el nivel del mar. Hay puntos de la isla que sólo miden un par de metros de ancho. Desde el este, el oleaje del Pacífico azota la costa de coral. El lado oeste recibe una presión menor de la tranquila laguna. Funafuti es la isla principal de la isla-estado de Tuvalu, que cuenta con nueve islas y atolones habitados. Su situación es como la de muchas otras islas y zonas bajas de todo el mundo: las amenaza el aumento del nivel del mar.

Hilia Vavae basa sus criterios pesimistas sobre el futuro de Tuvalu en datos meteorológicos y en sus propias observaciones. La inundación de la isla, afirma la meteoróloga, se ha vuelta más intensa y frecuente. Actualmente, suele haber inundaciones acompañadas de marea alta de enero a mayo, y nuevamente de septiembre a diciembre.

“No siempre ha sido así. Cuando inicié mi trabajo en la estación meteorológica en 1986, se producían inundaciones durante dos meses al año, y no tan graves como los que vemos hoy”, añade Hilia Vavae.

El nivel del mar se mide en esta isla en dos estaciones, establecidas por Australia, que se encuentran en la costa. El nivel del mar alcanzó su altura máxima en marzo de 2001, con 1,8 metros por encima de lo normal. Esto es un problema cuando la isla no es más que un pequeño banco de arena o un puñado de corales en medio del mar.

“Aquel día teníamos el agua por las rodillas en el exterior de la estación, aunque está a 2,1 metros por encima del nivel del mar”, dice Hilia Vavae, mientras señala las fotografías fijadas en la pared como documentación de aquella gran crecida. Poco después de que el agua alcance el máximo nivel, se abre paso a través de los corales, que son los cimientos de la isla.

Los niveles del agua suelen variar en los océanos. Sin embargo, desde 1993 el mar que rodea Tuvalu ha crecido de 5 a 6 cm. Actualmente crece unos 5,7 mm por año, según informa el South Pacific Sea Level & Climate Monitoring Project, patrocinado por el Gobierno australiano. El último informe de dicha institución afirma que el aumento del nivel del mar en torno a Tuvalu es similar a la media del que se produce en varias islas del Pacífico, como Fiji, Vanatu, Samoa y las Islas Marshall. En Tonga, el nivel de mar se eleva 13,6 mm por año, y en Micronesia lo hace 43,5 mm anualmente.
 
 
Funafuti, Tavalu, The Pacific Ocean
Funafuti, Tavalu
Los científicos prevén que en el próximo siglo el nivel del mar aumentará entre 11 y 77 cm. Por lo tanto, las islas del Pacífico no son las únicas zonas que se enfrentan a ese riesgo. Grandes zonas de Egipto y Bangladesh desaparecerán si se cumplen los pronósticos de los científicos acerca de la elevación de las aguas, pero mientras tanto no se toma medida alguna para levantar protecciones o barreras. En el peor de los casos, millones de personas perderán su hogar.

Se debate sobre el origen del aumento del nivel del mar y la mayoría de los científicos lo vinculan con el calentamiento global, que podría estar derritiendo los glaciares del mundo. También es un hecho que al aumentar la temperatura del agua, crece a la vez su volumen.

Sin embargo, el nivel del mar no es la única amenaza para el futuro de Tuvalu. El clima extremo también es un riesgo para la isla. Varias veces, en los últimos años, las islas se han visto azotadas por fuertes huracanes, aunque la parte más septentrional de la isla se encuentra fuera del llamado cinturón de huracanes. En 1997 Funafuti recibió el impacto de tres huracanes: Gavin, Hina y Helly. En conjunto, erosionaron medio kilómetro cuadrado de los 26 que posee la isla. El último huracán se presentó en junio, fuera de la temporada habitual de huracanes.

En el océano Pacífico, los ciclones se generan cuando la temperatura del agua marina superficial supera los 27 grados. El agua calienta la atmósfera; se eleva y provoca una presión sumamente baja en la superficie del agua. Esos ciclones pueden evolucionar hasta convertirse en huracanes, que después recorren el Pacífico.

Según Hilia Vavae, Tuvalu recibirá golpes aún más duros en el futuro. “Creo que en el futuro habrá mayor número de ciclones, a causa del calentamiento global”, afirma.

En marzo de 1997, el huracán Hina demostró lo que puede suceder en una zona isleña frágil y pequeña como Tuvalu. En aquella ocasión, una de las pequeñas islas coralinas deshabitadas de Funafuti, Tepukasavilivili, fue sencillamente borrada de la faz de la Tierra. Los cocoteros fueron arrancados de cuajo y arrojados al mar, y el agua arrastró gran parte de los corales de la isla, por lo que los restos que quedaron de la misma sólo son visibles cuando baja la marea. Otra isla de coral pequeña y deshabitada, Nasafua, podría correr igual suerte.

“Aquel día vimos lo que podría suceder al resto de Funafuti”, comenta Hilia Vavae. Funafuti también ha sufrido el paso de otros huracanes. En 1972 una tormenta provocó daños en la isla y destruyó gran número de viviendas y árboles. A eso se debe la ausencia de casas antiguas en la isla. La mayoría de las viviendas se construyen con cemento y techo de chapas metálicas, en tanto que las cabañas primitivas son de madera, troncos recuperados del mar, hojas de palma y otros materiales de ese tipo.

En 1992 se produjo un hecho inesperado. La parte norte de la isla de Tuvalu, situada fuera del cinturón de huracanes, fue azotada por fuertes tormentas. Un muelle nuevo construido en la isla de Waitupo quedó destruido.

“Por eso coincido con los científicos que afirman que el cinturón de huracanes se ampliará debido al calentamiento global”, señala Hilia Vavae.

Tuvalu ya ha empezado a prepararse para los nuevos tiempos que traerán temperaturas más elevadas, subida del nivel del mar y vientos más fuertes. Actualmente, dos de los científicos que residen en la isla están concluyendo un informe sobre la manera de preparar a la población para dichas tendencias.

El objetivo es garantizar la producción de alimentos, la sanidad pública y las reservas de agua. Tres grandes aspectos que ya presentan problemas.

Por ejemplo, los residentes ya han abandonado varias plantaciones en las que cultivaban la tradicional pulaka. En una isla explotada hasta el último centímetro, eso es un problema.

“La isla se ha vuelto más pantanosa y está penetrando el agua salada. Muchas plantas no lo soportan. En el futuro deberemos instruir a la gente para que cultive pulaka en tierras más altas”, indica Poni Faavae, responsable del informe, que tiene la misión de guiar a Tuvalu hacia el futuro. El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU apoya el informe.

Nos muestra una antigua plantación donde las malas hierbas se han adueñado del terreno. Denominar plantación a esa parcela es una exageración, ya que no es mucho mayor que un pequeño huerto europeo.

Según Pomi Faava, también se teme la posible llegada de la malaria a la isla.

“La salud se verá afectada por el aumento de las temperaturas. El terreno más pantanoso y las temperaturas más elevadas proporcionarán un entorno más favorable a los mosquitos. Por lo tanto, tenemos que recurrir a la fumigación para eliminarlos”, comenta.

En Tuvalu, la gente ya experimenta el cambio climático. Surgen muy pocas ideas sobre la manera de variar el rumbo de una situación que ya parece imparable. Aquí, donde se vive de manera tranquila y relajada, la mayor preocupación es resolver las cosas a medida que se presenten. Además de recomendar cortésmente a los países más ricos que detengan la emisión de gases de efecto invernadero, Tuvalu intenta seguir su propio camino. Muchos consideran que la solución sería traer más tierra a las islas pequeñas. Una manera de recuperar parte de la tierra ya erosionada por el mar sería construir sobre los desechos (producidos por el hombre).
 
 

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